En el contexto actual, tanto global como local, es imperativo que los individuos retomen una posición activa y dialógica para enfrentar críticamente los cambios constantes. Solo así podrán conciliar el progreso con la existencia, participando de manera significativa en los procesos de transformación que afectan a la sociedad en su conjunto. La educación debe jugar un papel fundamental en este proceso, evitando la consolidación de sujetos indiferentes que no pueden generar cambios a través de una reflexión profunda y crítica.

Para lograr este objetivo, es crucial formalizar una educación basada en la equidad. Debemos regresar a los fundamentos del "vivir juntos", promoviendo un proceso educativo integral a nivel global, nacional y local. Esto permitirá evitar la individualización extrema que caracteriza las dinámicas financieras actuales, fomentando en su lugar la construcción de una comunidad educativa auténtica que inspire la consolidación de una sociedad justa y solidaria.

El sujeto político, dentro del ámbito educativo, debe asumir un nuevo rol como consejero cognitivo. La educación no puede seguir siendo una dinámica unidireccional; debe transformarse en una realidad rizomática con múltiples posibilidades de aprendizaje. Solo así, el conocimiento podrá alcanzar al protagonista de manera efectiva y significativa.

La formación de los docentes es otro pilar esencial. Es necesario un acompañamiento continuo por parte de las academias profesionales para que los educadores mejoren tanto en habilidades prácticas como teóricas, manteniéndose actualizados con los avances del conocimiento y las vanguardias cognitivas. Además, los currículos deben ser diseñados desde una perspectiva interdisciplinaria e integral, incorporando conocimientos de vanguardia que reflejen la complejidad de la realidad actual.

La articulación de estrategias educativas internacionales es fundamental para coherentemente integrar los currículos locales con las enseñanzas y avances de países líderes en educación. De igual manera, es vital rescatar la subjetividad humana, promoviendo una educación propositiva que valore los conocimientos propios y los interculturales, reconociendo la integridad de los derechos humanos en cualquier contexto.

Asimismo, no debemos limitar el conocimiento a la información científica. Es esencial valorar las auténticas relaciones humanas como una fuente de sabiduría que puede generar nuevos conocimientos y enriquecer la educación. Crear un ámbito público en la educación que respete la palabra y promueva ideas propositivas, evitando las estructuras teóricas vacías que solo buscan intereses particulares, es crucial para una cultura educativa saludable.

Una sociedad justa es aquella en la que las instituciones están diseñadas para beneficiar a todos, independientemente de su posición social inicial.

John Rawls

La innovación educativa debe renacer como una acción adaptativa y transformadora, respetando la realidad cultural de los ámbitos locales. Para ello, es necesario renovar las escuelas e instituciones educativas, actualizando tanto la infraestructura física como tecnológica. Además, la formación continua de docentes, asesores y gestores del conocimiento, así como de los rectores y administrativos, debe ser una prioridad para convertir estos espacios en verdaderos laboratorios de experimentación. Solo así podremos desarrollar políticas públicas innovadoras que transformen los currículos y promuevan la integración humana intercultural sin romper con las realidades locales.

Reconstruyendo el Protagonismo del Sujeto

Este es el desafío que enfrentamos: construir una educación que no solo forme individuos, sino que también fomente una comunidad comprometida y consciente, capaz de enfrentar y transformar los retos del presente y del futuro.